martes, 2 de octubre de 2012


Un mundo sin aquello que amas, no es un mundo.

Quería acabar con todo, dejarle atrás para evitar que derramase más lágrimas en vano. Eran daños inconscientes, ambos lo sabían pero eran incapaces de evitarlo. La única solución sería la que más lágrimas les haría malgastar. No querían continuar con aquel dolor mutuo ni tampoco querían terminar con aquella felicidad que siempre se ocultaba en cada gota salada,como la otra cara de la Luna.
Todo era culpa de la gente. Siempre se metían en sus mentes intentando causar daño, a pesar de salirse con la suya inventaban sentimientos que no existían. Entre ellos había mucho amor. Pero cuando salió a la luz toda aquella felicidad en esos momentos que había tenido juntos, parecía ser que los demás no les deseaban alegría.
Antes de que esto pasase, uno era la razón de la sonrisa del otro, no podían separarse ni para dormir. Ella lo amaba, soñaba con el aroma de su cuerpo, dormía pensando que estaría en su regazo al despertar. Él ya no podía dormir solo de pensar en que en unas horas volvería a ver su preciosa sonrisa con ese brillo en aquellos ojos marrones. Eran como un puzzle, pero él no era la pieza que encajaba en ella y viceversa; por eso se querían tanto. Cada día había una nueva anécdota que contar, un tema que debatir o simplemente un silencio acompañado de susurros y besos.
Ahora, añoran todo aquello. Pero no pueden dejarlo por la gente, no pueden rendirse ante la ignorancia de los demás. Saben que cada metro que se alejan es un gramo de felicidad que cae en forma de lágrima, no pueden. Se aman.

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